Sé vivir humildemente, y sé tener en abundancia; en todo y por todo
estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener
en abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece. Filipenses 4:12,13.
En todo
tiempo Satanás ha
tratado de perjudicar los esfuerzos de los siervos de Dios introduciendo en la iglesia un
espíritu de fanatismo.
Así era en
los días de Pablo, y así fue en los siglos ulteriores, durante el tiempo de la Reforma.
Wiclef,
Lutero, y muchos
otros que beneficiaron al mundo por su influencia y fe, afrontaron los ardides por los cuales el enemigo procura arrastrar a un fanatismo excesivamente celoso de las mentes desequilibradas y profanas.
Ciertas
almas extraviadas han enseñado que la adquisición de la verdadera santidad eleva la mente por encima de todo pensamiento terrenal e induce a los hombres y a
las mujeres a abstenerse enteramente del trabajo.
Otros, interpretando con extremismo cierto texto de la Escritura, han enseñado que es un
pecado trabajar, que los cristianos no debieran preocuparse de su bienestar temporal y el de sus familias, sino que deberían dedicar sus días enteramente a las cosas espirituales.
La enseñanza y el ejemplo del apóstol Pablo son un reproche contra semejantes
conceptos erróneos...
Cuando Pablo visitó Corinto
por primera vez, se encontró entre gente que desconfiaba
de los motivos de los
extranjeros.
Los griegos de la costa del mar eran hábiles
traficantes.
Tanto tiempo habían seguido sus inescrupulosas prácticas comerciales, que habían llegado a creer que la granjería era piedad,
y
que el obtener dinero, fuera por medios limpios o
sucios, era encomiable.
Pablo estaba
familiarizado con sus características, y no quería darles ocasión para decir que predicaba el evangelio con el fin de enriquecerse.
Hubiera podido con justicia pedir a sus oyentes
corintios que lo sostuvieran; pero estaba dispuesto a renunciar a este derecho, no fuera que su utilidad y
el éxito como ministro fueran perjudicados por la sospecha
injusta de que predicaba el evangelio por ganancia.
Trataba de
eliminar toda ocasión de ser mal
interpretado, para que su mensaje
no perdiera fuerza. Los Hechos
de los Apóstoles, 286, 287. [177]
https://youtube.com/playlist?list=PLVsLdOIe7sVs6M9Rbo5qmC5KxlSCNC_2b